lunes, 31 de agosto de 2009

Conejos de etiqueta

"El señor y la señora Conejo tienen que dejar a sus veinte hijitos en compañía de la abuela Conejo, pero la abuela Conejo es muy despistada, y sus nietos, muy parecidos entre ellos.
Con un lenguaje lleno de ternura y mucho amor la autora habla de lo desagradable que resulta etiquetar a las personas … y a los conejos"

El argumento habla de una pareja de conejos que son padres de veinte hijos. En cierta ocasión los dejan al cuidado de su abuela porque deben ausentarse para un concurso, en el que acaban ganando el segundo premio: un camión de zanahorias.

Antes de irse, los preocupados padres de los veinte hijos, informan a la abuela de las particularidades de cada uno de ellos: gustos, miedos, manías… Y la abuela, temiendo no acordarse, va anotando sus indicaciones en unas etiquetas adhesivas, que pega a cada conejito en la nuca. Así, pensaba ella, podría atenderlos mejor.

El caso es que empieza a soplar un viento terrible, que despega las etiquetas, con lo cual la abuela se queda sin información y no tiene más remedio que dejar funcionar a sus nietos “a su aire”. El resultado es que todos comen, protestan, se asustan, piden mimos, se pelean… pero sin seguir los guiones previstos por los padres. El supuesto dormilón se levanta a su hora, el supuesto inapetente come bien, el supuesto mimoso pide más o menos los mismos mimos que los demás…y así todos.

Muchas veces, asignamos a los niños, hijos o alumnos, unos papeles demasiado fijos, unos guiones demasiado exigentes, unas expectativas demasiado copiosas y cargadas de lo nuestro, aunque sus identidades en crecimiento lo que requieren es escucha, respeto, aliento y compañía.
Un lugar nuevo y relimpio, con las etiquetas en blanco, donde poder buscar sentido a sus deseos, y donde poder crecer siendo ellos mismos, ¡ y “ a su aire”!.

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