Erase una vez, no dos veces,
Ni tres veces, sino una sola vez y
Nunca más una reina que
Adelgazaba…demasiado.
El rey se asustó y sus médicos
Recetaron mil remedios, pero
La reina moría. El rey vio a la
Mujer feliz, del jardinero y le preguntó
El porqué.
“Le doy la carne más barata, mi rey, la de lengua”.
Entonces, el rey dio a probar a la reina
Lenguas de raros animales, pero ella seguía muriendo.
Desesperado, ordenó al jardinero
Que se llevara a la reina con él y le diera de la carne
Milagrosa. Y la reina se curó. El rey, emocionado, pidió al
Siervo una explicación. “le di carne de lengua señor: la dejé
Hablar y la escuché”:
Hilda Weissmann
Ni tres veces, sino una sola vez y
Nunca más una reina que
Adelgazaba…demasiado.
El rey se asustó y sus médicos
Recetaron mil remedios, pero
La reina moría. El rey vio a la
Mujer feliz, del jardinero y le preguntó
El porqué.
“Le doy la carne más barata, mi rey, la de lengua”.
Entonces, el rey dio a probar a la reina
Lenguas de raros animales, pero ella seguía muriendo.
Desesperado, ordenó al jardinero
Que se llevara a la reina con él y le diera de la carne
Milagrosa. Y la reina se curó. El rey, emocionado, pidió al
Siervo una explicación. “le di carne de lengua señor: la dejé
Hablar y la escuché”:
Hilda Weissmann
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